Thursday, December 07, 2006

El hijo de Virgilio Delgado bebió- aún quedaba una copa. Escuchaba la lluvia, miraba las cosas. Volvió los ojos y se quedó absorto. En el trasluz, más allá de la puerta, una imágen cobraba forma, con el aire de la lluvia que soplaba en la calle. "Un mundo olvidado, un mundo seductor", dijo para sí. "Nada puede hacerse, las cosas fluyen en lo profundo".
Con una sensación de temor, Felipe Delgado se reclinó sobre la mesa, ofreciendo la bienvenida a las evocaciones y buscando la manera de tranquilizarse, cuando acudió a su mente un recuerdo más bien lejano, y cuando se vio caminando junto a su padre, una mañana de noviembre, un día muy importante.